En el momento en que el patrón larga las amarras, él es el responsable de la seguridad a borde de su embarcación. Independientemente de los títulos náuticos un buen patrón nunca dudará en imponer su autoridad. Siempre, tendrá una actitud responsable y de calma ante cualquier circunstancia, para generar confianza entre la tripulación y los invitados. Mantendrá un rumbo y velocidad ajustados a las condiciones de viento y oleaje, cuidando la comodidad y la seguridad de todos. No hay que olvidar que la navegación de recreo no es una competición si no una actividad placentera.
La seguridad, lo principal en los títulos náuticos.
El patrón, ya sea de pequeñas embarcaciones de recreo o de grandes navíos estará siempre atento ante cualquier riesgo de abordaje, del mal tiempo y de evitar cualquier posible colisión. Para ello, mantendrá una vigilancia visual y radar (si dispone de él) constante de las aguas del entorno y respetará siempre el Reglamento Internacional para prevenir los abordajes en la mar, sobre todo en los accesos a los puertos y en las proximidades de la costa y zonas de baño.
Hay algunos aspectos que no dependen en ningún caso de los títulos náuticos que se posean y que deben evitarse sin importar la experiencia que tengamos. Uno de estos casos es el abordaje con una embarcación de mayor tonelaje que la nuestra. Es muy peligroso y debe evitarse a toda costa, aunque se lleve el rumbo correcto si observamos que la otra embarcación no maniobra como debiera. Debemos evitarlo siempre y sin esperar a que el otro actúe, aunque nos encontremos en nuestro derecho según el mencionado Reglamento. Además, vigilaremos los ángulos muertos de visión y haremos todo lo que esté en nuestras manos para que nos vean o nos escuchen. Calcularemos por estima la velocidad y el rumbo de un buque grande y no debemos olvidar que siempre tiene que estar una persona al timón.
Si navegamos en un velero, arrancaremos el motor para evitar un abordaje y desconfiaremos de que respetarán nuestra preferencia. Si por el contrario, vamos en una embarcación a motor, respetaremos siempre la preferencia del velero.
En cualquier escuela náutica te enseñarán que las luces de navegación deben estar encendidas desde el atardecer. Utilizaremos el VHF para avisar al buque que nos puede abordar. Como elemento de visibilidad, llevaremos permanentemente instalado en el punto más alto posible un reflector de radar.
Lo que no debemos hacer es creer que nos han visto. Tampoco debemos pensar que una embarcación grande puede maniobrar de manera rápida y mucho menos subestimar la velocidad que estas pueden alcanzar.
Por muchos títulos náuticos que tengas, la rozadura con un objeto que este flotando entre dos aguas (troncos, cetáceos,…) no se puede prever, sobretodo de noche, y puede llevarnos a una vía de agua o a zozobrar con graves traumatismos. Si observamos un objeto a la deriva que puede poner en peligro la navegación, avisaremos de inmediato a Salvamento Marítimo o a la estación costera con una alerta y llamada de seguridad para la navegación.
Si navegamos cerca de la playa, vigilaremos la presencia de las boyas rojas o en tonos naranjas, que indican que hay un pescador submarino, y a las embarcaciones que llevan la bandera «A» del Código Internacional de Señales señalando la presencia de submarinistas. Dejaremos mínimo 25 metros de distancia sobre la señalización. Vigilaremos con cuidado a windsurfistas, motos de agua y a embarcaciones de pesca con navegación restringida.
Normalmente, no deberíamos vernos atrapados por el mal tiempo en plena navegación ya que siempre consultaremos los Boletines Meteorológicos, salvo en caso de largas travesías para lo que debemos tener los títulos náuticos adecuados.
En caso de mal tiempo, prepararemos la embarcación para soportarlo, atando todo aquello que pueda moverse y quitaremos todos los objetos sueltos que haya en la embarcación (los trincaremos a son de mar). Comprobaremos que las escotillas y tambuchos están bien cerrados, sobre todo los de proa. Obligaremos a todos a ponerse el chaleco salvavidas y a quedarse en el interior abrochándose los arneses (si llevamos), los que se muevan por cubierta lo harán inclinando el cuerpo hacia el interior de la embarcación y ligados a una línea de vida. Por último, ajustaremos la velocidad y el rumbo a las condiciones reinantes, informando a la tripulación de la llegada de olas más grandes y de los cambios de rumbo y velocidad.
De todas formas, en tu escuela náutica en Valencia te enseñaremos todo lo que necesitas para conseguir todos los títulos náuticos que te propongas.